Semana Política: Los días difíciles recién comienzan
La pandemia del coronavirus se profundiza en el país y todos intentan protegerse, entre ellos, el mismo Alberto Fernández.
Desde hace unos días el presidente no se mueve de la quinta de Olivos, por indicación de sus médicos y desde allí realiza todas sus actividades.
Ocurre que los contagios ascienden. Ya superan los 1500 diarios, el pico aún no ha llegado y nadie sabe hasta dónde puede escalar. La curva sigue en ascenso.
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof les advirtió a sus intendentes: “Estamos a las puertas de una tragedia”.
Es que según cuentan los funcionarios que entienden en el tema de salud, con el actual nivel de contagios el sistema colapsa en 40 días, no alcanzarán las camas de terapia intensiva para sostener la demanda.
La única solución es endurecer todo lo que se pueda la cuarentena y la circulación de la gente. Sin embargo los comercios y las industrias abren sus puertas ya que si no lo hacen ahora, deberán cerrar definitivamente. Todo un dilema
A pesar de ello el mandatario argentino ha mostrado una importante actividad en las últimas semanas.
Fue viajando al interior del país, visitando provincias y entrevistándose con los gobernadores, preocupado por obras y necesidades que están lejos de Buenos Aires.
Pero, ya no. Esta semana sus médicos personales le bajaron el pulgar. Por el momento “no se viaja más” y toda la actividad se desarrolla en un solo espacio: la quinta presidencial de Olivos.
Los argentinos ya pasamos tres meses en cuarentena y, según explican algunos epidemiólogos, se vienen otros tres meses más que deberían ser de encierro estricto.
Pero eso es imposible: la economía no entiende de enfermedades.
Las empresas, en el mejor de los casos, suspenden a su personal. Ya suman muchos los despedidos. Los comercios están abiertos a medias, algunos sí y otros no. Los que sí, se quejan porque igual el movimiento de gente por las calles es poco y “no se vende nada”.
Esto ocurre en Capital Federal y el Gran Buenos Aires. En el resto del territorio argentino, salvo en la provincia del Chaco, funciona todo casi con normalidad.
Claro que, en dónde todo está inmovilizado viven 15 millones de personas y allí se concentra la mayor cantidad de industrias y comercios.
Hasta ahora hubo auxilio del gobierno para que las suspensiones no se transformen en despidos. Pero es difícil predecir hasta dónde el Ejecutivo nacional puede subvencionar a millones de personas que están sin posibilidades de trabajar. Desde algunos organismos públicos ya se avisó que la ayuda comienza a mermar.
De hecho, muchos trabajadores estatales cobrarán sus aguinaldos en 5 cuotas y, muchos privados ni siquiera saben si lograrán percibirlos.
El gobierno se ajusta y en ese proceso una vez más los jubilados son perjudicados. Hasta fin de año quedó suspendida la denominada “movilidad jubilatoria” y los aumentos los otorgará el Ejecutivo por Decreto.
El coronavirus hace estragos en lo económico y lógicamente en lo sanitario. En los últimos días los contagios y las muertes han aumentado y, según se explica, aún estamos subiendo la cuesta. No hemos llegado a la cumbre.
Pero el Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, no quiere saber nada con dar marcha atrás en la apertura de algunas actividades, a pesar que el 40% de la población que se testea da positivo.
Según explica la OMS lo “normal” sería que sólo el 10% estuviese infectado.
Mientras hay actividad, hay movimiento de personas y mientras la gente se mueve para ir y volver a sus trabajos, los transportes públicos van colmados.
Dentro de ellos no existe el denominado “distanciamiento social” y, sin él, es muy probable que los contagios sigan creciendo.
Además, las malas noticias se atraen: la empresa de aviación Latam, dejó de volar en la Argentina y 1700 trabajadores quedaron sin empleo.
Por otra parte el gobierno decidió intervenir y expropiar a la empresa Vicentín generando, además de grandes polémicas, una gran incertidumbre entre su gran cantidad de empleados.
Así las cosas en la Argentina, en una semana donde la pandemia indica que nada debió haberse movido demasiado, pero la política nunca hace alarde de poseer gran coherencia.