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Semana política: al ritmo de las sirenas

Fue una semana difícil, al menos desde lo simbólico.

El presidente Alberto Fernández tenía previsto realizar algunos viajes al interior del país. En la agenda estaba Mendoza, Salta y Jujuy.

Pero no se movió de la residencia de Olivos.

El lunes había ya un comentario a media voz de un posible conflicto con la policía de Buenos Aires, una fuerza que posee más de 80 mil uniformados y, armados.

No se sabía si se trataba de un motín, un levantamiento, una sublevación. O, de nada.

Algo había: los uniformados reclamaban mejoras salariales y contar con equipamiento adecuado.

Se fueron uniendo y centenares de ellos se juntaron frente a dónde funcionan las oficinas del ministro de Seguridad, Sergio Berni.

Posteriormente, un importante grupo se instaló frente a la residencia del presidente Alberto Fernández, la denominada quinta de Olivos. Entre el martes y el jueves el país estuvo en tensión.

No se sabía a ciencia cierta si sólo era “un reclamo más” o si detrás de él se escondía alguna otra cuestión mucho más severa vinculada a lo institucional.

Justamente, la semana pasada en una entrevista periodística el ex presidente Eduardo Duhalde había vaticinado: “Este gobierno no termina su mandato”, debido a un golpe militar que se produciría “en algún momento”.

Las declaraciones llamaron mucho la atención. Luego fue el propio Duhalde quien las desestimó señalando ciertos “problemas psíquicos” que lo estarían afectando en los últimos tiempos.

Todos respiraron. Pero lo cierto es que a los pocos días, la residencia presidencial de Olivos estaba rodeado de patrulleros y uniformados armados.

La tensión fue importante en toda la Argentina. Finalmente y, por suerte, el reclamo finalizó. El presidente, Alberto Fernández aumentó los sueldos de la policía y las cosas volvieron a su curso natural.

Aunque, finalizado ese conflicto, comenzó otro. Ocurre que el presidente de la nación, para hacerle frente a las demandas de la policía recurrió a la caja de la ciudad de Buenos Aires y de ahí dispuso del dinero.

Concretamente, el mandatario le quitó un punto de coparticipación a la ciudad y se lo traspasó a la provincia, para que haga frente de ahora en más al pago de haberes de los uniformados.

El Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, cuyo signo político es distinto al que gobierna la argentina, organizó rápidamente una conferencia de prensa donde anunció que la medida de quitarle dinero a la ciudad era “anticonstitucional” y que reclamaría ante la Corte Suprema de Justicia.

El conflicto, escondió por unos días, el efecto de la pandemia por el coronavirus que, en la Argentina, suma alrededor de 12 mil infectados diarios y superó los 500 mil casos acumulados sin que, hasta ahora, haya alcanzado su pico. Hay más de 11 mil fallecidos.

Ya cerrado el acuerdo con los bonistas extranjeros, uno de los máximos logros de la actual gestión, y con los tenedores locales, el Presupuesto venidero “va a reflejar una economía más inclusiva y tranquila en un modelo de desarrollo que sea federal y soberano”, dijo el  ministro Santiago Cafiero, agregando que “lo que se viene es el desarrollo productivo porque es la única manera de generar valor, generar divisas y generar empleo”.

“Seguramente va a haber un crecimiento moderado con respecto a lo que va a ser la caída de este año que va a ser profunda. Lo que está claro es que no vamos a ajustar. No es nuestra política”, finalizó.

En otro orden de cosas y, luego de sus vacaciones en Europa, regresó al país, el ex presidente Mauricio Macri.

La alianza, ahora opositora (Juntos por el Cambio),  no consigue dilucidar el rol que el mandatario jugará en el armado interno. Mientras algunos sostienen que su liderazgo sigue intacto otros le discuten la supremacía de cara al futuro ya que el próximo año habrá elecciones legislativas.

Hacia adentro de la coalición las opiniones sobre cómo seguirá el rol del expresidente son variadas: desde jubilarlo prematuramente hasta insistir en que su conducción está intacta.

Pero la opinión mayoritaria dice que la conducción opositora seguirá siendo compartida por las cabezas de los tres partidos que la integran -el PRO, la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica, junto a sus jefes parlamentarios, pero Macri ocupará un lugar preponderante hasta que aparezca un líder que lo reemplace vía candidaturas 2021 o 2023.

En el otro extremo de este sector, que ve en las intervenciones de Macri desde Europa su vuelta al ruedo político, hay otro amplio grupo de dirigentes de Juntos por el Cambio que considera que su viaje al exterior en plena pandemia demostró que no tiene voluntad política de seguir liderando la oposición.

“Hay que preguntarle primero a Macri si quiere ocupar ese lugar”, dicen por lo bajo quienes están convencidos de que su conducción será “testimonial”, y creen que su vuelta al mundo del fútbol, como titular de la Fundación FIFA, anticipa un retiro gradual de la política local.

En la UCR, por su parte, fue notorio el malestar de varios de sus dirigentes, que durante un mes tuvieron que explicar y justificar el viaje de Macri en cada entrevista que concedían.

El gobernador radical de Jujuy, Gerardo Morales, lo puso en palabras al señalar que “el país está atravesando una situación muy difícil y hay que estar”, cuando lo consultaron por el viaje del exmandatario.

En tanto, el presidente del partido, Alfredo Cornejo, dijo esta semana que “hace varios años que no tenemos un buen presidente” en la Argentina, al tiempo que consideró que “categóricamente no hay un solo líder” hoy en la coalición opositora.

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