El legado de Evita
Evita. Un legado que vence al tiempo. El Lic. Santiago Regolo, historiador, miembro del área de Investigación del Museo Evita, opinó para Télam sobre la figura de Eva Perón, al cumplirse 70 años de su fallecimiento.
POR LIC. SANTIAGO REGOLO

Perón afirmó en Conducción Política que solo la organización podía vencer al tiempo y había conseguido vencer a la muerte. Pero Evita, como la conocía el pueblo y como ella misma eligió ser al comprometerse con su causa, también comparte la misma condición. Ha podido vencer al tiempo y a la muerte. Su legado tiene la vigencia, la fuerza y la capacidad de convertirse en una fibra de inspiración que excede límites partidarios y generacionales. Evita es presente continuo; Evita es hoy.
Desde las primeras etapas de su vida, se negó a aceptar la injusticia como algo natural y decidió enfrentarla con firmeza. Participando en organizaciones gremiales ya en sus tiempos de actriz, y luego, como figura política, siempre estuvo junto a las mujeres, los trabajadores y trabajadoras, y los humildes para que fueran reconocidos y dignificados. Sin detentar un cargo oficial, y al margen de la formalidad institucional, fundó y presidió el Partido Peronista Femenino, desarrolló una amplia acción social desde la Fundación Eva Perón, y adoptó una posición activa en las luchas por los derechos sociales y laborales a través de su estrecho vínculo con los sindicatos.
Pero quizás una de las trazas más distintivas de Evita, y que más pervive en el recuerdo popular, se asocie a esa capacidad de reconocer y visibilizar al otro de manera íntegra; no solo en lo que necesita sino también en lo que quiere y desea. Las colonias de vacaciones para que las familias trabajadoras puedan disfrutar del descanso; los chalets californianos como símbolo de la vivienda obrera; la calidad edilicia y mobiliaria de hogares de tránsito, escuelas y hospitales; o el acceso popular a consumos culturales como el cine y el teatro, garantizaron, material y simbólicamente, la democratización del bienestar. En este sentido, Evita logró corresponder perspectivas y anhelos individuales con el desarrollo de políticas públicas que ampliaron las formas de pensar la ciudadanía y a los sectores populares como sujetos de derecho.
Su forma de dar respuesta, incluso en aquellos casos íntimos donde no era posible una reparación material y solo quedaban las buenas palabras y consejos, se definió por esa escucha comprometida. En Evita no había lugar para la especulación o las medias tintas. En ella la política se expresó como acción y medio para transformar la vida de millones de compatriotas, ligando definitivamente al pueblo con su figura y liderazgo.
En estos momentos en los que conmemoramos un nuevo aniversario de su desaparición física, su presencia irrumpe con la misma fuerza de esa joven que con 15 años tuvo el coraje de dejar su pueblo para abrirse camino y luchar contra mandatos y sentidos heredados. No es la solemnidad del recuerdo la que nos interpela, sino la rebeldía, la irreverencia, y la potencia de una mujer que no dejó nunca nada para después y a la que le bastaron tan solo 33 años para ser inmortal.
Fuente: Télam