Cientos de familias se reunieron frente al Congreso para reclamar contra el ajuste
La Cámara de Diputados busca sesionar hoy para tratar la anulación de una serie de vetos del presidente Javier Milei, entre ellos la emergencia en ese sector
Llueve, hace frío y el viento aumenta, pero la Plaza del Congreso se llena de familias con carteles grandes que dicen: “No al ajuste en discapacidad”. Otros rezan: “No es ayuda, son derechos”, “Discapacidad = emergencia”, “No al veto”. Sobre el asfalto mojado se instaló una silla de ruedas inflable cubierta con una bandera argentina. Nadie parece retroceder: madres, padres, hijos y cuidadores se agrupan bajo paraguas y pilotos, convencidos de que el reclamo debe hacerse hoy, justo cuando la Cámara de Diputados intentará tratar el veto presidencial a la Ley de Emergencia en Discapacidad.

“Estoy acá por mi hija”, dice Graciela, con la voz quebrada. A su lado sostiene una foto plastificada de Denise, su hija de 21 años. “Yo tuve un embarazo de trillizas. Una de las nenas falleció en mi panza, la otra al mes. Me quedó Denise, que nació con 27 semanas, apenas 900 gramos. Estuvimos cuatro meses internadas en el Garrahan tratando de salvarle la vista, pero no se pudo. Ella quedó no vidente. Desde los seis meses la llevo a centros terapéuticos, a una escuela para no videntes, con transporte especial porque además tiene retraso madurativo y convulsiones. Yo necesito un respaldo, el Estado no puede mirar para otro lado”, explica a LA NACION, con la misma entereza con la que atravesó hospitalizaciones y terapias durante más de dos décadas.
A pocos metros, bajo otro paraguas, una pareja sostiene de la mano a su hijo adolescente con síndrome de Down. Se llama Matías, tiene 16 años, y fue él mismo quien pidió hablar. “Vine porque quiero estudiar, trabajar y tener los mismos derechos que los demás. Yo no quiero que nos saquen lo que conseguimos”, dice. Su madre, Carolina, lo escucha emocionada y agrega: “A Matías lo acompañamos siempre, pero él es consciente de lo que está en juego. No es solo nuestro futuro como familia, es el de miles de chicos”.
Cada grupo trae su propio relato. Algunos viajan desde el interior, otros son porteños que apenas caminaron unas cuadras. Mariana llegó desde La Plata con su hijo en silla de ruedas. “Él necesita rehabilitación tres veces por semana, pero hace meses que los pagos a los prestadores se atrasan. Nosotros no podemos sostener eso. Las terapias son vida o muerte. Y mientras tanto el Gobierno veta la ley”, denuncia.
Unos pasos más allá, Liliana Cordero muestra una carpeta con papeles prolijamente ordenados: certificados médicos, turnos, recetas. Su hija Sofía tiene 9 años, epilepsia refractaria y retraso madurativo. “Yo no puedo dejar de trabajar, pero tampoco puedo dejar de acompañarla. El transporte escolar que la llevaba dejó de pasar porque no le pagaban al chofer. Entonces falto yo al trabajo. Es un círculo que no termina. Estamos agotados”, resume a este medio.
Hay también padres jóvenes. Daniel Espinosa y Julieta Castro cargan a su hijo de tres años con parálisis cerebral en un cochecito adaptado. “Nosotros recién empezamos este camino. Todavía no sabemos bien cómo manejarnos, pero ya vemos que el sistema no funciona. Imaginate cuando tenga diez o quince años y necesite mucho más”, plantean.
El reclamo no empezó hoy. Ayer martes, pese a la tormenta, hubo una vigilia en Plaza de Mayo bajo la consigna “Encendamos juntos una luz de esperanza”. Familias, artistas y referentes del sector se agruparon con velas, esperando lo que ocurriría este miércoles en el Congreso. Desde las 11 de la mañana se multiplicaron las movilizaciones en plazas de distintas ciudades del país. La más grande es esta, frente al Parlamento, donde los legisladores desde las 12 deben decidir si rechazan o no el veto presidencial.
La Ley de Emergencia en Discapacidad fue aprobada por el Congreso, pero vetada por el presidente Javier Milei. El texto buscaba declarar la emergencia en todo el país hasta diciembre de 2027, con medidas concretas: regularizar los pagos atrasados a los prestadores, actualizar aranceles, reformar el sistema de pensiones no contributivas, reforzar la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) y garantizar el cumplimiento del cupo laboral para personas con discapacidad en el Estado. La expectativa ahora está puesta en si Diputados logra avanzar, en un escenario político atravesado por tensiones.
Al costado del escenario improvisado, un hombre mayor sostiene un cartel escrito a mano: “No es caridad, son derechos”. Se llama José Ruiz y viajó desde Córdoba con su nieto Lautaro, de 10 años. “Yo soy jubilado, pero no me importa gastar en el viaje. El derecho de mi nieto a la inclusión es lo primero. Y acá estoy para defenderlo”, cuenta a este medio.
En otra punta de la plaza, Mónica relata su historia sin soltar la mano de su hija de 25 años. “Ella tiene autismo. Cuando era chica nadie me decía qué hacer, tuve que aprender sola. Ahora, después de tanto esfuerzo, no podemos permitir que nos recorten. Esto no es un gasto, es inversión en vidas”, asegura a LA NACION.
El frío cada vez se siente más, pero la bronca y la esperanza sostienen a la multitud. Algunos improvisan cantos: “¡Unidad de los que luchan!”. Otros tocan bombos bajo los plásticos que los cubren. Entre los presentes circula el fallo judicial que, de manera reciente, anuló el veto presidencial a la ley tras un amparo presentado por una familia con dos hijos menores con discapacidad. Esa decisión reabrió el debate y podría sentar un precedente histórico sobre el control judicial de los vetos presidenciales en Argentina.
Las familias saben que nada está asegurado. “No nos vamos a ir hasta que se trate. No es solo una ley, es nuestra vida cotidiana”, repite Susana, que participa con su hijo de 12 años con distrofia muscular. “Él necesita asistencia respiratoria nocturna y una obra social que cumpla. No podemos esperar más”.
Por: Camila Súnico Ainchi
Fuente: La Nación